Cuando la vecina pasaba, el loro consentido de Saul siempre le gritaba sin pudor: Buenos días, puta..!

Hasta que un día ella no aguanto más y reclamo airadamente a Saul, quien a modo de castigar al loro por su mala conducta, lo pinto de negro.

Al día siguiente ella pasó por el frente de la casa de Saul y el loro, ahora pintado de negro, no dijo absolutamente nada.

La mujer, triunfante, lo provoco: Ahora sí estas calladito, no..?

A lo que el loro, con aire de olímpico desprecio, respondió: Cuando estoy de smoking no hablo con putas...!